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03/11/2023

Apuestas, consumos problemáticos y cuidados

Apuestas, consumos problemáticos y cuidados

Crece la tendencia de “apuestas en línea entre las juventudes.

A través de aplicaciones en sus celulares, adolescentes tienen acceso directo a  invertir dinero y apostar a los resultados de partidos de fútbol, de rugby, entre otros. 

Es una propuesta de juego promovida por influencers, ex participantes de realities, modelos, actores y músicos que comparten publicidades pagas sin ninguna advertencia. Las apuestas se realizan en los casinos virtuales y los sitios de apuestas deportivas, en pesos y hasta en dólares.

Este mensaje se promociona abiertamente en eventos deportivos: podemos ver el nombre de las principales casas de apuestas en línea de Argentina en las camisetas de los grandes equipos futbolísticos. 

A su vez la pandemia naturalizó muchas actividades que antes eran presenciales y ahora adoptaron el formato virtual. Los juegos que se compartían en veredas, calles y clubes, ahora se juega en hogares o escuelas, en soledad y a través de pantallas.

Como en toda dinámica de juego por apuestas, en ocasiones se gana dinero y se obtiene bienestar momentáneo, generando placer y adrenalina. Ese entusiasmo invita a apostar más y a querer ganar más cantidad de dinero, comenzando una rueda emocional en la que también hay situaciones de malestar y angustia al perder.

El creciente consumo de estas tecnologías y de juegos se encuentra inmerso en la sociedad de consumo capitalista de la cual formamos parte, que promueve:

  • La felicidad rápida; la exaltación de lo inmediato, del “aquí y ahora”. 
  • la virtud de “sentirse bien” y el ocultamiento frente al malestar
  • La diversión y entretenimiento como un estímulo continuo
  • La lógica de la rivalidad. 
  • La búsqueda del éxito individual.
  • La necesidad de “poseer” lo nuevo y el reemplazo permanente de un objeto por otro

 

Un indicador de que las apuestas pueden ser una forma de consumo, es que las conversaciones no giran en torno a “cómo jugó tal equipo”, o “cómo fue el festejo entre amigos al ganar su equipo favorito”, sino cuánto ganó cada uno al realizar apuestas previas o charlas sobre dinero vinculado a los resultados deportivos.

El contacto permanente con adolescentes y jóvenes nos interpela a entender sus formas de ser en el mundo, por eso es importante abrir el diálogo y plantearles:

  • ¿Qué consumos y prácticas están instaladas hoy, en su cotidianeidad?
  • ¿Qué me genera apostar y jugar? 
  • ¿Soy capaz de poner un límite o freno a mis apuestas?
  • ¿Qué alternativas existen para ganar dinero en la adolescencia y que no sean mediante el juego?
  • ¿Qué pasa si “no me prendo” a consumos o prácticas que todo mi grupo de amigos realizan?
  • ¿Es obligación realizar prácticas que todos mis amigos realizan? 
  • Ante la costumbre de apostar ¿qué alternativas saludables existen para la diversión y el entretenimiento?
  • ¿Qué pasaría si no juego o no me sumo a lo que todos el resto de mis amigos hace o consumo?
  • ¿Cuento con adultos referentes para que me escuchen y pueda trasladar mis preocupaciones o malestar?

Desde ámbitos educativos es importante:

  • Generar espacios de diálogo genuino con jóvenes y adolescentes donde pongan en palabra sus prácticas, preocupaciones, hábitos y formas de vincularse con la tecnología.
  • Escuchar sin juzgar, trasladando un interés en entender (no escuchar para responder) dejando de lado discursos punitivos o moralizantes.
  • Problematizar la sociedad de consumo y construir colectivamente estrategias de cuidado, donde nadie lo pase mal,  generando ambientes amorosos que brinden la posibilidad de pedir ayuda cuando alguien concibe que está teniendo un consumo problemático.
  • Promover el pensamiento crítico, reflexionando y pensando en alternativas posibles para divertirse y pasarla bien sin necesidad de apostar o jugar virtualmente.
  • Analizar y debatir sobre las motivaciones que existen por detrás de todo tipo de consumo.

Es muy importante recordar que todos/as los/as estudiantes tienen derecho a que se respete su intimidad y a que se preserven sus datos personales, por lo que estas situaciones requieren de un discreto abordaje de la situación que está atravesando para no generar prácticas que puedan ser estigmatizantes, revictimizantes o discriminatorias.