La Semana Mundial de la Lactancia se celebra cada año durante el mes de agosto del 1 al 7. Este año, el lema gira en torno a la lactancia y el trabajo, defendiendo los derechos de la maternidad y la lactancia.
“La leche humana es un líquido vivo y mutable, y antes que eso, un código genético diseñado específicamente por cada madre para su hijo. Cada vez que el bebé mama, alimenta sus células, nutre sus órganos, fortalece el sistema inmune y nervioso.
(…) Amamantar a libre demanda (esto es dejarlos mamar cuando y por cuanto tienen ganas) enseñar a los bebés a comer: a regular el apetito, a quedar satisfechos y, sobre todo a estar seguros de que no les va a faltar. A no relacionar la comida con angustias y ansiedades. A saber, que llegaron a un mundo generoso, ilimitado, versátil. Que comer es amor y que el amor siempre hace bien. O sea, a tener una relación nutritiva con la vida”, explica en su libro “Mala Leche”, Soledad Barruti, y nos invita a conocer más sobre la importancia de la lactancia materna. Al mismo tiempo, amamantar previene en las mujeres el cáncer de útero, ovario y de mama, la obesidad, la diabetes y la osteoporosis, entre otros beneficios.
Nos recuerda, además, las raíces ancestrales que tiene la alimentación materna, la herramienta de sobrevida que significa para los bebés, la evolución que ha tenido el cuerpo humano para cada vez producir un mejor alimento y los beneficios que trae amamantar en materia de prevención de enfermedades tanto del bebé como de la persona que amamanta.
Desde la ESI apostamos a la lactancia como fortalecedora de este vínculo tan poderoso que se genera con el amamantamiento, entendiendo que es el primer modo de comunicación que establecemos al ingresar al mundo, que nos constituye y nos prepara para la posteridad.