Candombe del 25
Los actos y conmemoraciones escolares tienen por finalidad exaltar y reflexionar sobre hechos y / o procesos relevantes del pasado histórico y de la actualidad. A través de ellos, los valores del pasado se reactualizan y de alguna manera nos guían para hacer frente a los desafíos presentes. Siguiendo lo establecido en el Calendario Escolar, podríamos decir que “su propósito es contribuir a la formación cívica, ética y espiritual de los estudiantes, consolidar la unión provincial y nacional, fortalecer las creencias y tradiciones que son fundamentos de la identidad cultural de cada región y de la provincia que integran el contexto histórico de la comunidad argentina”.
Existen distintos niveles o formas para cada acto, según se consideren más o menos trascendentes a la cultura de la nación. El Consejo General de Educación distingue tres formas, y a cada una de ellas se le asignan tiempos y se le sugieren actividades. Hay conmemoraciones que interrumpen el normal dictado de las clases y otras que reducen su presencia a la cartelera escolar, las hay solemnes y otras no tanto.
El 25 de Mayo, es una de esas fiestas que interrumpen la vida escolar y lo hacen también en la vida de los alumnos, sus familias -desde el nivel Inicial al Secundario-, y en los docentes, que deben organizarse para que la comunidad vivencie una verdadera fiesta.
Quizá porque nació en los ’90 a Nair Jacob se le hizo casi imposible creer que sus alumnos de la Escuela Primaria Nº 23 Rudecindo Alvarado, iban a festejar a medias este 25. Así con apenas unos años como maestra, su determinación la llevó a confeccionar 11 trajes, que lucieron felices los niños y niñas del segundo grado en el que trabaja.
“Nuestra propuesta era bailar el candombe del 25, pero me dí cuenta que la mayoría de mis alumnos no tenía lo mínimo para caracterizarse, ni siquiera una remera blanca. Y me pareció que no podían comprender de qué se trataba celebrar la Patria, en qué consistía la alegría de la libertad, si lo que yo les pedía para el acto no lo iban a tener. Pedí ayuda a mi hermana que es diseñadora textil y juntas les armamos los trajecitos”.
“Fue una satisfacción enorme, pero no lo considero algo extraordinario, creo que hice lo que debía hacer, ni más ni menos. Así, sí hablamos de la Revolución, les conté en qué consistía la Patria y cómo debía ser; y bailamos, y nos reímos juntos. Ahora ya estamos pensando en la próxima fiesta”.
La escuela Rudecindo Alvarado, está en una calle sin número y escasamente se puede precisar el barrio de la ciudad de Paraná en la que se encuentra ubicada. Sí se puede decir de ella que su directora Fabiana Vega, es también maestra de grado, que su matrícula se compone de 80 alumnos -heterogéneos desde el punto de vista cultural y socio-económico-, con buena parte de su población procedente de Bolivia y de la comunidad gitana. Y que cuenta con un Centro de Actividades Infantiles (CAI) que funciona por la mañana.
Los niños y niñas, utilizan el transporte escolar que les prevé el estado entrerriano, desayunan, almuerzan y meriendan allí. Y el 25 bailaron el candombe a sabiendas que sólo la justicia social les garantiza igualdad de oportunidades.
Sirva esta breve nota de reconocimiento a todos los docentes que revitalizan con su testimonio el sentir patrio. ¡Viva la Patria!