CGE

03/06/2023

NI UNA MENOS

NI UNA MENOS

El 3 de junio es un día de reflexión y rechazo colectivo a las violencias por motivos de género, una situación que forma parte de nuestras vidas cotidianas: en los primeros cuatro meses de 2023, se cometieron 160 femicidios y se reportaron 192 intentos en distintos puntos del país.; y unos 97 niños, niñas y adolescentes se quedaron sin madre como consecuencia de estos asesinatos.
Estos fríos números (que no disminuyen) son la muestra más concreta de un verdadero entramado sistemático de violencias a las que mujeres y femeneidades se ven expuestas cotidianamente; violencias que profundizan las desigualdades y sostienen las lógicas de una sociedad machista y patriarcal en la que aún habitamos. Todas las mujeres fueron educadas para cuidarse de los violentos, todas aprendieron a callar desde niñas, todas comprendieron en la piel la verdadera forma que tiene el sometimiento. No importa la clase social, ni el barrio, ciudad o comunidad que habitamos, todas las mujeres sin excepción, sintieron en sus cuerpos algunas de estas violencias.
El grito #NiUnaMenos, nació hace ya 8 años, por el hartazgo, por el dolor y el miedo que unió a todas las mujeres en una voz colectiva, iniciando un camino de transformación comunitaria que no tendría vuelta atrás: encontrarse en las calles, en las aulas, en los hogares, en los trabajos, para romper el silencio y recordarle a cada persona que vivir una vida libre de violencia es un derecho, que sus vidas importan. Para que el dolor y el miedo se diluyan, era necesario unirse: mientras el sistema patriarcal puso a competir a las mujeres, las distanció y atomizó, la bronca y el dolor dio vuelta todo, lo transformó en lucha y resignificó las consignas: las calles y las aulas se llenaron de nuevas consignas: “vivas nos Queremos, vivas nos abrazamos, , cantamos y bailamos, juntas luchamos”.
Estos años de lucha colectiva sirvieron para entender que deconstruir la cultura patriarcal y machista que fomenta estas violencias, es un largo y arduo camino de hormiga, que estamos recorriendo como comunidad con una mochila cargada de sororidad, empatía y resistencia. En ese equipaje también está la ESI, porque la Educación Sexual Integral es una herramienta indispensable para problematizar las violencias, que nos invita a revisar los mandatos, a reconstruir nuestra biografía, a promover y construir vínculos responsables y sanos. La ESI rompe el silencio y convierte en comunitario lo individual, lo personal en político. Y transforma desde la libertad y la escucha.