En la región del Perú, de un lado estaba la milenaria civilización incaica y sus herederos, que peleaban por sus tierras, su cultura y su derecho a una vida digna. Del otro, los invasores españoles, que perseguían el oro, la plata y no escatimaban en muertos.
En 1780, José Gabriel Condorcanqui, descendiente de incas, tomó el nombre del último emperador de los Incas, Túpac Amaru, que había sido asesinado por el virrey Francisco de Toledo, y encabezó una rebelión de indígenas y mestizos contra el poder español.
Denunciaba los esfuerzos inhumanos a que eran sometidos. Pedía también el fin de los obrajes, verdaderos campos de concentración donde se obligaba a hombres y mujeres, ancianos y niños a trabajar sin descanso. Denunciaba particularmente el sistema de repartimientos, antecedente del bochornoso pago en especie.
“los Reyes de Castilla me han tenido usurpada la corona y dominio de mis gentes, cerca de tres siglos, pensionándome los vasallos con insoportables gabelas, tributos, piezas, lanzas, aduanas, alcabalas, estancos, catastros, diezmos, quintos, virreyes, audiencias, corregidores, y demás ministros: todos iguales en la tiranía, vendiendo la justicia en almoneda con los escribanos de esta fe, a quien más puja y a quien más da, entrando en esto los empleos eclesiásticos y seculares, sin temor de Dios; estropeando como a bestias a los naturales del reino; quitando las vidas a todos los que no supieren robar, todo digno del más severo reparo. Por eso, y por los clamores que con generalidad han llegado al Cielo, en el nombre de Dios Todopoderoso, ordenamos y mandamos, que ninguna de las personas dichas, pague ni obedezca en cosa alguna a los ministros europeos intrusos”.
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La gravedad de la situación llevó a los virreyes de Lima y Buenos Aires a unir sus fuerzas.
“ el buen orden y estado pacífico consistiría en extirpar el ambicioso origen de todos los males que padecen los pueblos, segando la cabeza del rebelde José…”.
La Iglesia, los criollos y los europeos se unieron para enfrentar a los rebeldes.
Con la llegada al Cuzco del visitador Areche y el inspector general José del Valle la situación se desequilibró en perjuicio de los rebeldes.
Tupac intentó dar un golpe atacando primero, pero el ejército realista fue advertido por un prisionero escapado y el golpe fracasó.
Al verse perdido Túpac Amaru intentó la fuga, pero fue hecho prisionero -gracias a la traición de su compadre Francisco Santa Cruz- y trasladado al Cuzco.
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Atado al potro del suplicio en la cámara de torturas, soportaba a José Antonio de Areche que le decía.
"Reniegas de la sangre europea que corre por tus venas, José Gabriel Condorcanqui Noguera. Tu sentencia está lista. Te arrastrarán al cadalso y el verdugo te cortará la lengua. Te atarán a cuatro caballos por las manos y por los pies. Serás descuartizado. Enviaremos un brazo a Tungasuca y el otro se exhibirá en la capital de Carabaya. Una pierna al pueblo de Livitaca y la otra a Santa Rosa de Lampa".
Y así se hizo, asesinando también a su mujer y lugarteniente Micaela Bastidas Puyucawa, y exterminando a toda su descendencia, hasta el cuarto grado de parentesco.
Revolución de Tupac Amaru II. Revoluciones. Canal Encuentro.