Las riquezas en materia prima que contenía toda la región de las Provincias Unidas del Río de la Plata, provocaban la voracidad de Inglaterra y Francia  por conseguirlas, y así sostener sus imperios.

Por entonces, el bien mejor cotizado era el cuero de vaca, que poseía muy alto valor en el mercado internacional y se sustentaba por la fácil reproducción del ganado en las fértiles tierras de la Pampa Húmeda.

Más tarde comienza a comercializarse la carne salada y la lana. También Paraguay, Bolivia y Brasil eran focos de riqueza (tabaco, yerba mate, algodón, metales, minerales, café, entre lo más valioso), que mantenían al Viejo Continente con interés en sacar tajada de todo lo que el Río de la Plata producía, en una extensión de 260.000 leguas cuadradas.

Otro factor a tener en cuenta es la inexistencia del pago de ningún tipo de impuestos para introducir productos manufacturados británicos en el territorio

 

 

 

Las Provincias Unidas del Río de la Plata eran muy codiciadas por Europa, debido a su riqueza agrícola ganadera, con epicentro en el puerto de Buenos Aires. Por motivos que iremos desentrañando, el 20 de noviembre de 1845, se libró lo que hoy conocemos como el Combate de la Vuelta de Obligado, que según algunos historiadores, junto con el cruce de los Andes, conforma la mayor epopeya militar de la historia argentina.

 

Bajo el acuerdo que declaraba “nación más favorecida”, durante el mandato de Bernardino Rivadavia, que fue el primer jefe de Estado de las Provincias Unidas del Río de la Plata, los imperios se habían beneficiado con concesiones comerciales de todo tipo.

Fue con el gobernador de la provincia de Buenos Aires y Encargado de las Relaciones Exteriores de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Juan Manuel de Rosas, que la demanda de Francia sufrió un revés. Rosas, el caudillo que había combatido en sus años mozos contra el imperio británico, hizo frente a un país que estaba acostumbrado a acompañar su reclamo con una metodología de bloqueo y extorsión, y hasta de agresión militar. Tomando esta “solicitud” como afrenta, Rosas entendió que esto no era personal sino contra la Patria.

 

 

 

Debido al conflicto con Francia y el consecuente congelamiento de las exportaciones, en marzo de 1838 se interrumpió el ingreso de mercaderías extranjeras. Esto benefició fuertemente al desarrollo de las industrias nacionales, que ya se habían fortalecido con las medidas impartidas con la Ley de Aduanas del 1835, que regían sobre la importación. El 27 de marzo de 1838 Rosas contestó a las demandas francesas, y aunque lo habían instado a que reflexione sobre las consecuencias, fue determinante al decir que: “exigir sobre la boca del cañón privilegios que sólo pueden concederse por tratados, es a lo que este gobierno, tan insignificante como se quiera, nunca se someterá”.

 

 

Quienes más sufrieron la intervención fueron las clases altas que se surtían de productos “de lujo” traídos del Viejo Continente, y esto acarreó el florecimiento del contrabando, que resultaba costosísimo. Para el grueso de los que apoyaban a Rosas, (plebe de gauchos, orilleros, mulatos, indios) el bloqueo no afectó mucho su cotidianidad porque básicamente consumía productos locales (carne, frutas, verduras y trigo).

La reducción de la recaudación aduanera, diezmó las arcas del Estado, con lo cual Rosas tomó ciertas medidas: redujo los sueldos de la administración, cerró escuelas y universidades, pero mantuvo alto el presupuesto de guerra.

Ante el avance de la flota extranjera, Lucio Mansilla, encomendado por Rosas, se pone al mando de la defensa en la Vuelta de Obligado, un recodo donde se angosta el río en el actual partido de San Pedro. Allí instaló cuatro baterías en la margen derecha con 35 cañones servidas por 160 artilleros. Además, se colocaron tres gruesas cadenas de costa a costa sobre 24 lanchones, y unos dos mil milicianos, la mayoría gauchos, y también varias mujeres. La flota europea estaba integrada por 22 barcos de guerra con 418 cañones y 880 marinos, a lo que debe sumarse 92 buques mercantes. Sin dudas, la superioridad del imperio era abrumadora.

 

La fuerza invasora británica estaba formada por el buque insignia Gorgon de 1200 toneladas, varios buques más que en total portaban 50 cañones, casi el doble que los argentinos.

Francia tenía el vapor Fulton de 650 toneladas, y otras embarcaciones muy modernas que contenían 49 piezas con afinada puntería y mayor alcance, siendo esta tecnología tan de avanzada que era la primera vez que era usada en un conflicto armado.

 

 

La lucha duró unas 8 horas hasta que la flota franco-inglesa desembarcó y se apoderó de las baterías, y cortó las cadenas para continuar su viaje hacia el norte. En el combate murieron 250 argentinos y se contaron 400 heridos,// un total de 600 bajas,// de los 2.160 hombres que participaron. Asimismo, murieron 18 franceses y 70 resultaron heridos// Y por el lado inglés hubo 10 muertos y 25 con heridas.

Como cuenta Francisco Crespo, ayudante de Mansilla, en el parte enviado a Rosas: “También han muerto con heroicidad varias virtuosas mujeres, que se mantuvieron en este sangriento combate al lado de sus esposos, hijos o deudos, socorriendo a sus heridos y ayudando a los combatientes en la defensa del honor argentino”.

A pesar del saldo visiblemente negativo para la Argentina, el costo de los aliados también resultó grave, ya que se dañaron varias de sus naves, obligando a la escuadra a permanecer casi inmóvil en distintos puntos del Delta del Paraná.

MEMORIAS DE LA BATALLA

Considerando la inutilidad del bloqueo y el escaso beneficio político y comercial de la batalla, los gobiernos europeos tuvieron que negociar con Rosas. Finalmente firmaron los tratados Arana-Southern con Gran Bretaña (1849) y Arana-Lepredour con Francia (1850), que terminó con el bloqueo del puerto de Buenos Aires y el reconocimiento de la soberanía argentina sobre los ríos interiores.

Se habla entonces de que el combate de la Vuelta de Obligado es una victoria pírrica para los anglofranceses, ya que ocasionó un grave daño al vencedor casi equivalente a una capitulación, y al mismo tiempo constituyó una honrosa derrota para los argentinos.

 

 

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