Todos los 1° de Agosto celebramos a la Pachamama. La concepción de la Pachamama o Madre Tierra como deidad protectora, no propiamente creadora, sino como la madre protectora que nutre y sustenta a los seres humanos, “la que todo lo da”, proviene de la manifestación de los saberes ancestrales de convivencia con la naturaleza. El término proviene de lenguas originarias, “pacha” del Aymará y Quechua, que significa cosmos, universo y tierra y “mama” que quiere decir madre.
Con la Pachamama se dialoga permanentemente, no tiene ubicación espacial, está en todos lados, es la vida misma. La ética derivada de esta concepción requiere cooperación, así como la Pachamama se ofende cuando se maltrata a sus hijos, también exige reciprocidad; por eso cada 1° de agosto los pueblos del noreste de Argentina, Bolivia, Perú, Chile, Ecuador y Colombia celebran su día rindiéndole culto y realizando ofrendas en ceremonias como forma de reconocer y agradecer a la naturaleza protectora y fecunda de la tierra.
Este ritual, que consiste en realizar un pozo en la tierra – muchas veces en lugares donde va a realizarse la siembra- en el que se depositan ofrendas como hojas de coca, hierbas, vino, hilados, sebos, granos, pelajes de animales, cigarros y chicha, intenta fortalecer y mantener el vínculo sagrado con la tierra. Se destacan los cantos en lenguas nativas que expresan la conexión con la madre tierra.
Es la celebración de la época en la que los fríos comienzan a retirarse y se acerca la temporada cálida, ciclo en el cual se producen las siembras y que se recibe con ofrendas. La cosmovisión del Qollasuyu, dice que en el primer día en agosto, mes de los vientos, la tierra se despierta, y ahí estamos sus hijos e hijas para celebrar con cantos y alimentos el Sumaj Kawsay, el buen vivir.
Compartimos para trabajar en el aula, este hermoso texto de Eduardo Galeano: “Los hijos de los días”
“En los pueblos de los Andes, la madre tierra, la Pachamama, celebra hoy su fiesta grande. Bailan y cantan sus hijos, en esta jornada inacabable, y van convidando a la tierra un bocado de cada uno de los manjares de maíz y un sorbito de cada uno de los tragos fuertes que les mojan la alegría.
Y al final, le piden perdón por tanto daño, tierra saqueada, tierra envenenada, y le suplican que no los castigue con terremotos, heladas, sequías, inundaciones y otras furias. Ésta es la fe más antigua de las Américas”.
Reflexionando así junto a junto a nuestros estudiantes la idea de que Nosotros no vivimos sobre la Tierra sino que somos la propia Tierra, es decir Tierra y ser Humano una única realidad compleja. (Boff, 1995).
